Cuando me senté a escribir mi
experiencia sobre mi primer Maratón inmediatamente vino a mi cabeza una
pregunta, ¿cómo comenzó todo esto?.
Hace dos años atrás cuando en Julio
de 2008 un accidente me dejó sin caminar durante 6 meses, la cabeza fue muy
difícil de controlar, con tanto tiempo para pensar y pensar… prometí que un día
iba correr una de esas tantas carreras de 10K que se corren muy populares y un
año y poco después cumplía mi promesa y desde ese momento no paré de correr.
Correr más lejos, más rápido, se
convirtió, poco a poco, en una necesidad interior y correr largas distancias comenzó a gustarme.
En diciembre de 2009 en una de las Playas de Colonia Suiza le planteaba a dos compañeros
la ilusión de buscar un entrenador y prepararme para correr un Maratón. Las
risas y el desaliento de ellos más que hacerme desistir me dieron ánimo para tomar la decisión y
comenzar a convencerme de que lo iba a correr.
El comienzo del año 2010 vino lleno
de cambios para mi vida, la venida a Montevideo, el comienzo de una nueva etapa ni peor ni
mejor… diferente y la promesa a mi hijo Francisco de que si todo iba bien iría
por esos 42,195 mts.
A fines de Enero conocí a Mauricio
Ramírez y comencé a entrenar con él, al principio con el sólo objetivo de
mejorar los tiempos en los 10K y luego de apoco a comenzar a entrenar par el
Maratón. Fueron varios meses de duros entrenamientos 6 veces por semana, con
calorcito, viento, lluvia, agua nieve y heladas… todos los estados
climatológicos vivimos durante la preparación, lo que fue haciendo más fuerte
nuestro temple y nuestra cabeza.
Creo que nuestra fuerza interior mezclada
con el miedo a no terminar, es asimismo lo que
nos empuja a entrenar, a levantarnos
a las 6.00 de la mañana para salir a cumplir con “¡mi día de entrenamiento!”.
Perseverancia, perseverancia y el crear el
hábito de entrenar, pensando en la satisfacción que debe ser levantar los
brazos después de 42 Km .
y abrazarse con un hijo y decirle “Papá lo hizo” fue durante mucho tiempo la motivación más
importante para afrontar todas las adversidades que el Invierno nos puso.
El día que me paré en la largada por
mi cabeza pasaban muchas cosas; el accidente de hacía dos años, Pancho,
aquellos duros días de entrenamiento y todos los amigos y familiares que el día
anterior y esa mañana no dejaban de mandar mensajes alentando y pidiendo que
avisara cuando llegara. Pero primero había que correr, y así lo hice, en
principio a mi ritmo tratando de sentirme cómodo, de ir buscando un paso
tranquilo pero firme, hasta que por el kilómetro 10 me encontré con el grupo
que pensaba correr y así lo hice hasta el kilómetro 23 dónde un dolor comenzó a
molestarme bastante. Al llegar al kilómetro 26
el dolor era muy intenso y no pude continuar corriendo, por lo que
caminé un rato, tratando de tranquilizarme e identificar el tipo de dolor, y no
dudé en pedir ayuda a varios compañeros de distintos equipos que iban en
bicicleta.
Si bien el dolor era muy intenso no
pasaba por mi cabeza abandonar y las
ganas de seguir estaban intactas. Fueron 16 duros kilómetros hasta la llegada
luchando contra los kilómetros, el dolor y la cabeza, pero los objetivos eran
muy fuertes.
El último kilómetro lo corrí con el
corazón y llorando mucho, se me hizo largísimo pero cuando los carteles que señalan la meta están
a la vista uno saca fuerzas de donde creía que no había más para “apurar el
paso”.
El hacer buen tiempo o mal tiempo, ya
no interesaban, uno se siente mentalmente diferente luego de saberse capaz de
sortear los desafíos anímicos y físicos de una Maratón. Sin dudas es una
experiencia única que sólo conocemos aquellos que logramos levantar los brazos
en la llegada.
No quisiera terminar sin agradecer a
Mauricio Ramírez mi entrenador que me ayudó a cumplir este sueño, a mi familia
y amigos que estuvieron a mi lado al principio de este año con tantos cambios
pero que al principio fue muy duro pero que son ellos no hubiera podido salir
adelante, a mi hijo Francisco quien fue la motivación más importante para
intentar seguir a pesar del dolor, a los integrantes de todos los equipos que acompañaran
en bicicleta ayudando a quien se lo pidiera y a quienes tuvieron la
responsabilidad de estar en los puestos de agua y nos alentaban a continuar, en especial a los
compañeros de Olimpia, con quienes compartí un día increíble y me demostraron
que son un gran Grupo Humano, a los compañeros de Alco, quienes me dieron una
mano imponente para mi recuperación y fue un orgullo correr con esa camiseta y poder
devolverles un poquito de todo lo que me dieron, a mis compañeros de Nueva
Helvecia Corre…!!! Mi primer equipo de corredores… y a tí Rossana, por
acompañarme en los entrenamientos de fondo en bicicleta con frió y lluvia…, por
estar a mi lado y recorrer juntos este camino.
Y a todos lo que estuvieron en este
tiempo y ayudaron a cumplir este sueño…
GRACIAS TOTALES…!!!
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